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Los beneficios del Yoga son más de los que piensas

Yoga

Cuando te planteas ponerte en forma, lo primero que se te viene a la cabeza seguramente es algo como correr, apuntarte al gimnasio o empezar a levantar pesas. Es normal. Vivimos en una sociedad que ha asociado la idea de estar “fit” con verse más delgado, más fuerte, o con marcar abdominales. Pero, ¿alguna vez ha pensado en estar simplemente más sano? ¿Con más energía y con ganas de comerte el día? Lo cierto es que el objetivo de muchas personas no va más allá del espejo.

El Yoga, por ejemplo, suele considerarse más como una actividad para relajarte que para cuidar de tu salud física, pero ahí es donde nos equivocamos. Esta práctica esconde un montón de beneficios que probablemente no te habías planteado, y créeme, son más de los que imaginas.

 

El Yoga es mucho más que relajación

Cuando hablamos de deporte, nos encanta clasificarlo: está el deporte de fuerza, el de resistencia, el cardio… y cada uno tienen su propósito. El gimnasio, es para hacer crecer nuestros músculos. Correr, es para quemar calorías. Pero el Yoga no encaja en ninguna de estas casillas. Es una disciplina integral que combina fuerza, flexibilidad, equilibrio y, algo que la mayoría de los deportes ignoran, la conexión entre tu cuerpo y tu mente.

Piensa en una clase típica de gimnasio: haces máquinas, repites movimientos una y otra vez, y puede que trabajes bien un grupo muscular, pero ¿y el resto? En una sesión de Yoga, sin embargo, tu cuerpo entero se pone en marcha. Desde las posturas de equilibrio que te obligan a activar los músculos pequeños que ni sabías que existían, hasta las posiciones como el perro hacia abajo o el guerrero, que fortalecen brazos, piernas y abdomen de manera armoniosa.

Además, el Yoga no busca que compitas ni contigo ni con nadie. Es un proceso progresivo, sin prisas y con movimientos controlados, que te lleva a fortalecer tu cuerpo desde la base, evitando tensiones innecesarias. Si alguna vez has salido del gimnasio con una lesión por intentar levantar más peso del que podías, ya sabes de lo que te hablo.

 

Cuida tu corazón sin machacarte las rodillas

Correr es una de las actividades favoritas cuando se trata de mejorar la resistencia cardiovascular. Pero seamos sinceros, también es de las más duras para tus articulaciones. Tus rodillas, tobillos y caderas soportan un impacto constante, y si no tienes el calzado adecuado o corres en un terreno irregular, ese impacto te puede pasar factura.

El Yoga, aunque no sea “cardio”, también cuida tu corazón, pero lo hace de una forma más suave. Hay estilos como el Vinyasa, donde encadenas posturas al ritmo de tu respiración, que consiguen subir tus pulsaciones y mejorar la circulación. Además, el trabajo de respiración (lo que se llama pranayama) oxigena tu cuerpo y entrena tus pulmones de una forma que otros deportes simplemente no hacen.

Lo mejor es que no necesitas machacar tu cuerpo para ver resultados. Si tienes problemas en las rodillas o te has lesionado en el pasado, el Yoga es una opción segura y efectiva para mantenerte activo sin ponerte en riesgo. Y ese control de la respiración también ayuda a gestionar el estrés, algo que ni correr ni las pesas te pueden mejorar.

 

Flexibilidad, pero también fuerza

Hay una idea errónea que mucha gente tiene sobre el Yoga: creen que es solo para personas flexibles. Nada más lejos de la realidad. De hecho, si no eres flexible, ¡es una razón más para practicarlo! Tener poca movilidad no solo puede hacer que te sientas torpe, sino que también aumenta tus posibilidades de lesionarte, tanto en tu día a día como en cualquier otro deporte.

El Yoga es un equilibrio perfecto entre estirar y fortalecer. Cada postura está diseñada para alargar tus músculos mientras trabajas su resistencia. Esto significa que ganas elasticidad sin perder fuerza, algo que no ocurre si, por ejemplo, solo haces pesas. Al trabajar toda la musculatura de manera uniforme, reduce las tensiones acumuladas y previene esas contracturas molestas que parecen inevitables después de ciertos deportes.

Además, muchas disciplinas deportivas, como el fútbol o el tenis, suelen sobrecargar un lado del cuerpo más que el otro, creando desequilibrios musculares. En cambio, el Yoga busca esa simetría corporal que no solo te hace sentir mejor, sino que también te protege de futuras lesiones.

 

Estrés, mente tranquila y un mejor descanso

Hablemos ahora de algo que no siempre asociamos con el deporte: tu mente. Es verdad que actividades como correr o entrenar en el gimnasio pueden ayudarte a liberar endorfinas y sentirte bien, pero pocas veces te hacen desconectar de verdad. Muchas veces sales igual de agobiado, solo que con los músculos más cansados.

El Yoga, en cambio, tiene algo especial: está diseñado para que mente y cuerpo trabajen juntos. El control de la respiración, la atención plena y los momentos de meditación que incluyen no son un extra, son parte del ejercicio. Cuando practicas Yoga, los niveles de cortisol, que es la hormona del estrés, empiezan a bajar. Y no es solo que te sientas más tranquilo durante el día, es que esto también se refleja en tu calidad de sueño.

Dormir bien no es un lujo, es una necesidad, y el Yoga ayuda a que tu cuerpo y tu mente se relajen lo suficiente como para descansar como se debe. Esto, además, tiene un impacto directo en tu energía y en cómo te sientes al día siguiente.

 

La salud y el espíritu antes que el físico perfecto

Vivimos en una época en la que parece que todo se reduce a cómo nos vemos. Queremos ver resultados rápidos, un cuerpo marcado, una cintura más delgada. Pero nos olvidamos de lo más importante: nuestro interior.

En Despierta y Entrena, un equipo de profesionales liderado por Laura Tejerina, lo tienen clarísimo: el exterior refleja cómo nos sentimos por dentro. Laura lo explica así:

“Cuando uno está a gusto y se siente bien en su piel, cuando uno se siente saludable, puede exteriorizar esos sentimientos y verse mejor que nunca. Lo invisible se vuelve visible en tu aspecto físico.

El problema es que muchas veces queremos resultados estéticos sin cuidar lo que realmente importa. Nos lesionamos porque ignoramos las señales de nuestro cuerpo, porque nos obsesionamos con ejercicios o dietas que no respetan nuestras necesidades. Pero el Yoga no funciona así.

Cuando practicas Yoga, aprendes a escuchar a tu cuerpo. No estás solo moviéndote porque alguien te lo dice, estás sintiendo lo que haces, respetando tus límites. Además, empiezas a ser consciente de cómo influyen tus emociones y tus pensamientos en tu estado físico. Cuando consigues alinear todo esto, ya no eres solo cuerpo o mente, eres un todo”.

Laura añade algo muy interesante: “Cuando empiezas a practicar Yoga, te das cuenta de que ya no van separados tu mente, tu cuerpo y tu alma. Eres uno, eres coherente, y ese es el principio del bienestar”.

 

Las emociones y su impacto en la salud y el físico

Cada vez hay más evidencia científica de que nuestras emociones tienen un impacto directo tanto en nuestra salud como en nuestro aspecto físico. Lo que sentimos no se queda en nuestra mente; afecta a nuestro cuerpo de formas muy reales. Por ejemplo, el estrés crónico puede desencadenar una serie de problemas físicos: desde dolores musculares y migrañas hasta enfermedades cardiovasculares. Pero no solo eso, también puede reflejarse en nuestra piel, nuestro pelo e incluso en nuestra postura.

Cuando estamos estresados ​​o ansiosos, nuestro cuerpo produce más cortisol, que es una hormona relacionada con la respuesta al estrés. A corto plazo, el cortisol es útil porque nos preparamos para situaciones de alerta. Pero, si los niveles se mantienen altos durante mucho tiempo, pueden afectar al sistema inmunológico, dificultar la digestión y alterar el sueño. Todo esto se traduce en más cansancio, una piel más apagada y, muchas veces, un aspecto físico que refleja claramente ese desgaste interno.

Por otro lado, las emociones positivas tienen un efecto totalmente opuesto. Cuando nos sentimos felices o en calma, nuestro cuerpo produce endorfinas y serotonina, sustancias que no solo mejoran nuestro estado de ánimo, sino que también favorecen la regeneración celular y el buen funcionamiento de los órganos. Esto se traduce en una piel más luminosa, menos inflamaciones y una mejor respuesta de nuestro sistema inmune.

La conexión entre emociones y salud también se observa en cómo afrontamos los retos diarios. Una persona que se siente bien consigo misma suele moverse más, alimentarse mejor y dormir adecuadamente. Al final, esto se nota en su aspecto físico. Por eso, trabajar en tus emociones no solo es un tema de salud mental, es una inversión en todo tu bienestar, incluida tu apariencia.

Es impresionante cómo el cuerpo y la mente están tan interrelacionados. Sentirte bien por dentro es clave para verte mejor por fuera.

 

¿Cuál es tu verdadera prioridad?

Puede que, si acabas de cumplir los 19 años, tu salud no te importe mucho y solo pienses en verte más delgado o fuerte, pero recuerda que no somos solo un cuerpo. Busca sentirte bien y feliz por encima de tu apariencia, ya que, por desgracia, esta está en constante cambio.

Sin embargo, si nos centramos en la felicidad interior, esta nos puede acompañar durante toda nuestra vida mejorando considerablemente la salud y nuestro aspecto físico. ¡Así que elige sabiamente!

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