El reciente tarifazo de la subida de la luz aplicado por las compañías eléctricas españolas, culminación de unos incrementos en los recibos que han experimentado hasta tres picos de crecimiento a lo largo del año 2013, convierten en un acto urgente la toma de medidas de ahorro en el campo energético. Ante esta situación de crisis, la iniciativa individual supone un factor fundamental para el ahorro en gastos cotidianos, tan inevitables como cuantiosos.
Entre los principales consejos que conviene tener en cuenta, se encuentran:
- Regular la potencia disponible en el hogar: una estimación precisa de la energía que a diario necesitará la vivienda permite burlar el derroche y los excesos de electricidad. Su cálculo es sencillo: basta con sumar la potencia de los aparatos que uno considere que pueden estar activados de manera simultánea y agregar a dicha cantidad un cierto margen que evite un saltado de plomos frecuente. En función de esta cifra, el consumidor podrá contratar la oferta eléctrica que mejor se adapte a sus requerimientos, ya que las compañías del ramo acostumbran a desarrollar lanzamientos a partir de múltiplos de 1100 vatios.
- La tarifa del bono social: entre los resquicios dejados por la privatización y liberalización del sector energético se encuentra el caso de las tarifas fijas y la denominada tarifa de bono social, unos mecanismos estatales diseñados para la protección de colectivos económicamente vulnerables. Esta clasificación comprende a “clientes domésticos con residencias dotadas de una potencia contratada inferior a 3 kilovatios, los pensionistas con prestaciones mínimas, las familias numerosas y los hogares en los que todos sus integrantes se encuentren en situación de desempleo”. Para su aplicación, los beneficiarios deberán estar acogidos a la Tarifa de Último Recurso (TUR), ser una persona física y que el contrato solicitado se destine a su vivienda habitual. El periodo de disfrute de esta tarifa del bono social es de dos años.
- Disponer de un aislamiento eficaz: un correcto aislamiento es la base de la regulación térmica del hogar, lo que redunda en el ahorro de calefacción en invierno y de aire acondicionado en verano. Un simple termostato puede ayudar a mantener la habitación en torno a los deseables 26 grados centígrados, mientras que tan solo diez minutos bastan para airear por completo una estancia de tamaño medio.
- Apagar a conciencia: por pura comodidad o simple vagancia, uno de los hábitos domésticos más comunes es dejar los aparatos electrónicos en estado de ‘stand by’ para abreviar su posterior arranque en vez de proceder a apagarlos del todo. Aparte de una costumbre nociva para la pervivencia del aparato en cuestión, ya que aunque de manera atemperada sus mecanismos internos continúan sufriendo un desgaste, se trata de un procedimiento letal en lo que se refiere al gasto energético. Según la asociación de consumidores FACUA, este hábito de dejar equipos electrónicos en stand by “gasta en un año en la Unión Europea la misma electricidad que lo consumido en total por Centroamérica y parte del Caribe en ese mismo periodo de tiempo”. Traducido a cifras, significa una cantidad de entre 35.000 y 60.000 gigavatios cada hora.
- Las bombillas de bajo consumo: aunque comporte una inversión inicial más elevada, las bombillas de bajo consumo y la iluminación LED revelan sus ingentes efectos beneficiosos para el ahorro energético desde el medio y el largo plazo. El segundo de estos casos es particularmente reseñable, ya que las bombillas LED demuestran un descenso del consumo entre el 80 % y el 90 % respecto a las bombillas tradicionales y de un 65 % en lo que se refiere a las bombillas de bajo consumo, magnitudes que aumentan de manera exponencial cuanto mayor sea su uso.
- Comprar electrodomésticos eficientes: escoger cámaras frigoríficas, hornos, microondas… No es algo que deba hacerse a capricho, en función de cualidades estéticas o por simple intuición. El tamaño y la potencia de los electrodomésticos han de ir acordes al uso que se les va a dar. Adquirir electrodomésticos de clase A garantiza la disponibilidad de una tecnología con un consumo energético ecológico y unas prestaciones máximas de calidad. Además, aparatos comunes como los ordenadores y las impresoras disponen siempre de una gama específica dotada de sistemas exclusivos de ahorro de energía.
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Aprende a usar los electrodomésticos como Dios manda: el empleo incorrecto de los aparatos electrónicos tiene como consecuencia el despilfarro innecesario de energía. Por ejemplo, es conveniente que el frigorífico se encuentre situado lejos de fuentes de calor, guardando la suficiente distancia respecto de la pared y una ventilación abundante. No se deben introducir alimentos o recipientes calientes, ya que alteran la temperatura y el esfuerzo para estabilizarla de nuevo será mayor. Descongela el interior cuando la capa de hielo exceda los cinco milímetros de grosor y, por supuesto, no dejes la puerta de la nevera abierta más de lo estrictamente necesario. En el caso del lavaplatos, los programas de lavado económico restringen el consumo de agua y reducen el gasto eléctrico debido a que la temperatura de lavado se mantiene estable alrededor de 50 grados. Prescinde del aclarado previo, a menos que sea imprescindible, y emplea detergentes respetuosos con el medioambiente. En cuanto al lavado de ropa, los lavados en frío o a baja temperatura garantizan un menor consumo de electricidad. El noventa por ciento de la energía empleada por la lavadora se ciñe al calentado del agua. Lava en frío o baja temperatura: el 90% de la electricidad que se consume es para calentar el agua. Una lavadora llena y un programa económico de lavado son instrumentos útiles en la lucha contra las facturas, de la misma manera que la aplicación de detergentes recomendados por la marca fabricante, la limpieza regular de filtros que obstruyan o dificulten la eficiencia del aparato y la supresión de prelavados superfluos. Otros detalles menores pero igualmente aconsejables son el empleo del calor residual de vitrocerámica y placas de inducción para ultimar la preparación de alimentos, la confianza en la velocidad de las ollas exprés y a presión y la sustitución de la cocina con horno por el microondas.