Roncar es un problema serio. No quiero chistes de esos de “yo no ronco porque no me escucho”. Es un problema físico para el que ronca, pero también mental para el que lo tiene que padecer. Y os lo digo por experiencia.
Vale, sí, mi pareja llevaba años quejándose y yo me lo tomaba un poco a broma, como hacen muchos. “Es que estoy cansado”, “Será la postura”, “Yo no me entero, así que no será para tanto”. Hasta que un día, entre risas y con esas ojeras que ya eran parte de mi look habitual, mi pareja me soltó: “No es que ronques… es que dejas de respirar”. Me quedé a cuadros.
Tenía 40 años recién cumplidos y me sentía como si hubiera envejecido diez de golpe. Me levantaba más cansado de lo que me acostaba, me costaba concentrarme en el trabajo, y a media tarde ya estaba buscando un café como un yonki. Por no hablar de que en casa la situación era insostenible: noches separadas, durmiendo en otras camas, enfados, ese runrún de que “algo no va bien”. Vamos, que estaba en juego mi vida y mi pareja.
Fue entonces cuando empecé a investigar un poco en serio sobre lo que pasaba. Y es que es un caso que le pasa a muchas personas en España. Resulta que lo que yo tenía no era “ronquidos simpáticos”, como decía en plan chascarrillo cuando estábamos con los amigos, y que por cierto a mi pareja no hacía nada de gracia. Era apnea del sueño, y aunque no me lo quería reconocer, era un riesgo real para la salud. Ahí es cuando apareció ICOA en mi vida.
Dar el paso
Un amigo me habló de la clínica ICOA, en Madrid, y me dijo: “Tío, prueba allí, que son especialistas en esto. No te van a dar largas, te hacen un tratamiento a medida”. Y la verdad, me daba cierto pudor ir a una clínica dental a hablar de ronquidos, pero resulta que es justo ahí donde saben cómo atacarlos de raíz.
Y lo hice con la seguridad de que está acreditada para confeccionar férulas Orthoapnea, que, dicho así, parece un invento futurista de estos de Regreso al Futuro, pero en realidad son dispositivos de avance mandibular que tienen todo el sentido del mundo.
Cuando fui a la clínica, en mi caso la del barrio de Delicias, aunque también están en Las Rozas, lo primero que sentí fue alivio. Alivio de que alguien escuchara mi problema sin banalizarlo, sin la típica broma de “es que roncas como un oso”. Me hicieron una valoración bastante completa, estudiaron mi caso y me explicaron, con paciencia infinita, cómo funcionaba el tratamiento.
La férula
La férula que me hicieron a medida es un dispositivo que se coloca por la noche y adelanta suavemente la mandíbula. Nada doloroso ni incómodo, aunque al principio pensé que no me iba a acostumbrar, pero luego duermes de maravilla. Lo que hace es facilitar el paso del aire porque mantiene despejada la vía aérea. Vamos, que con un gesto tan simple, elimina el ronquido y reduce los episodios de apnea.
El primer par de noches fueron raras, no lo voy a negar. Es como cuando estrenas gafas: notas que algo ha cambiado, pero tu cuerpo se adapta rápido. A la semana, ya dormía con la férula sin darle importancia, y lo importante: dormía de verdad.
Los cambios
Lo que vino después fue como volver a encender la luz en una habitación oscura. Lo primero que noté fue que me despertaba descansado. Parece obvio, pero llevaba tanto tiempo levantándome hecho polvo que había olvidado, lo que era abrir los ojos con fuerza, y eso es una gozada.
Lo segundo fue que mi pareja volvió a dormir conmigo. Y eso, creedme, no tiene precio y en todos los aspectos la relación mejoró. Se acabaron los sofás, las noches separadas y las discusiones tontas. Ella me dijo: “Es la primera vez en años que paso una noche entera sin despertarme por tus ronquidos”.
Y lo tercero, que no me esperaba, fue la mejora en mi día a día: más concentración, menos somnolencia, mejor humor. Incluso empecé a rendir más en el trabajo, y volví al gimnasio con ganas, porque ya no me sentía un zombi.
Si estás leyendo este artículo y piensas que tus ronquidos “no son para tanto”, o si alguien te ha dicho que dejas de respirar mientras duermes, no lo ignores. Yo también pensé que era solo una molestia, y casi lo dejo pasar. Hoy, con mi férula puesta cada noche, puedo decir que recuperé mi vida, en todos los aspectos. Prueba porque no te vas a arrepentir.

