Cuando escuché por primera vez esta idea de que una sauna podría ser buena para el planeta, lo primero que pensé fue: “vale, esto es una broma, ¿no?”. Porque lo típico que se te viene a la cabeza es mucho calor, madera quemándose, electricidad a tope… vamos, justo lo contrario de sostenible. Pero cuanto más investigué y más gente me lo explicó, más me di cuenta de que la cosa no era tan simple. Y sí, se puede hablar de saunas y de ecología sin que explote la cabeza.
Lo curioso es que este tema no lo solemos tener en el radar. Si alguien me pregunta por cosas verdes, yo pienso en reciclar, en paneles solares, en no comprar fast fashion… pero ¿una sauna?
Jamás. Y resulta que el tema da mucho más juego de lo que parece.
La idea preconcebida: saunas como máquinas de gastar energía
Antes, mi idea de una sauna era básicamente una caja de calor que chupa electricidad como un aspirador de los gordos. Y sí, algo de verdad hay en eso, porque calentar un espacio cerrado hasta 80 o 90 grados no es lo más ligero del mundo. Pero no todo es tan dramático.
Primero, porque no todas funcionan igual. Existen saunas de leña (las típicas finlandesas de toda la vida), pero ahora la mayoría son eléctricas. Y si esa electricidad viene de energías renovables, ya cambia todo el cuento. De hecho, si tienes tu casa con placas solares, podrías alimentar una sauna con el sol. Y eso ya suena bastante distinto a “soy un monstruo que destruye el planeta”.
Otra cosa que descubrí es que el diseño importa un montón. Una sauna bien aislada no necesita tanto esfuerzo para mantener la temperatura. Es como cuando pones la calefacción en una casa con ventanas que cierran mal: el calor se escapa y al final gastas un dineral. Pues lo mismo, pero en versión sauna.
La importancia de no montar una sauna gigante si no la vas a usar
Esto parece de sentido común, pero hay gente que lo pasa por alto: el tamaño de la sauna. No es lo mismo tener una para dos personas que una enorme para veinte. Y claro, si montas un palacio de sudor y luego solo lo usas tú, el gasto se multiplica.
Saunas Luxe, que son los primeros en España en fabricar saunas finlandesas a medida, combinando la tradición con la innovación, tienen muy claro que “el tamaño, el aislamiento, los materiales y el sistema de calor deben adaptarse a las necesidades reales de cada cliente para que la sauna sea eficiente, duradera y sostenible”. Lo que hacen ellos es estudiar el espacio, las costumbres de uso y el estilo de vida de la persona para diseñar una sauna que no solo encaje, sino que también reduzca el consumo de energía y dure muchos años.
Eso me pareció interesante porque demuestra que una sauna no tiene por qué ser un “capricho derrochador”. Si está bien pensada, se vuelve mucho más lógica y sostenible. Y la clave está en no comprar lo primero que veas como si fueran zapatillas de rebajas.
Materiales, otro punto muy importante en este tema
Otro mito que tenía era que las saunas eran todas iguales, hechas con madera random cortada sin mirar. Pero resulta que no: hay maderas certificadas que garantizan que vienen de bosques gestionados de manera responsable. Y si encima la construcción está bien hecha, esa sauna puede durarte décadas.
¿Sabes qué significa eso? Que no es como los muebles baratos que al año ya están cojeando. Una sauna bien fabricada no la vas a estar cambiando cada dos por tres, y eso ya es un punto a favor del planeta. Porque fabricar menos cosas siempre es mejor que estar produciendo y tirando sin parar.
Y sí, todo esto me sonó un poco a charla de conciencia ecológica, pero luego pensé: si al final me voy a gastar dinero en algo, prefiero que dure y que no sea un desastre ambiental.
El agua: ¿se gasta tanto como parece?
Aquí me entró otra duda. Cuando pienso en sauna, pienso en alguien echando agua sobre piedras al rojo vivo y me imagino litros y litros desapareciendo. Pero en la práctica, el consumo de agua es ridículo. No tiene nada que ver con una piscina, ni siquiera con una bañera.
En muchas saunas modernas se usa muy poca agua, y en algunas se recicla en un pequeño circuito. Así que si lo comparo con lo que yo gasto en una ducha eterna después de clase de gym… la sauna sale ganando. Y eso sin contar que mucha gente, después de la sauna, se ducha menos tiempo porque ya sale relajada.
Así que no, no es una máquina de desperdiciar agua como me había imaginado.
Saunas y bienestar
Resulta que las saunas no solo son para sudar por gusto, también tienen beneficios para la salud: mejoran la circulación, ayudan a relajar los músculos y, en general, te dejan como nuevo. ¿Qué tiene esto que ver con el medio ambiente? Pues más de lo que parece.
Si usas la sauna como parte de tu rutina de relax, puedes reducir otras cosas que sí gastan mucho más. Por ejemplo, viajes continuos a spas lejanos, largos baños en casa o duchas eternas con agua súper caliente. Todo eso consume más que una sesión corta en una sauna. Además, usar la sauna en casa evita desplazamientos en coche o transporte público, lo que también reduce emisiones de carbono. Incluso puede ayudarte a ahorrar en electricidad y agua en general, porque al salir relajado no necesitas ducharte durante horas ni encender calefacción adicional para relajarte.
Así que al final, aunque no lo parezca, puede ser incluso un ahorro indirecto de recursos y una forma sencilla de combinar bienestar y sostenibilidad.
El uso responsable marca la diferencia
No importa lo ecológica que sea tu sauna si la usas mal. Si la enciendes todos los días durante horas para estar dentro veinte minutos, pues sí, el gasto se dispara.
Pero si se usa con cabeza —un par de veces a la semana, sesiones razonables, compartirla con alguien— el impacto se reduce bastante. Lo mismo que con la calefacción, la luz o cualquier cosa en casa. El problema no suele ser el invento en sí, sino cómo lo utilizamos.
Además, seamos sinceros: ¿quién tiene tiempo real para estar encerrado en una sauna cada día durante horas? La mayoría de gente la usaría como un plan puntual, no como una adicción.
Entonces… ¿Son malas o no?
Después de todo lo que he visto, puedo decir que no, las saunas no son tan malas como pintan. Obvio, no son la solución definitiva para salvar al planeta, pero tampoco son ese monstruo anti-ecológico que algunos imaginan. Con energías renovables, materiales certificados, buen diseño y un uso normal, pueden ser bastante más respetuosas de lo que parece.
Y lo mejor es que ya existen empresas que están trabajando en esa dirección. Lo de Saunas Luxe es un buen ejemplo, porque no se limitan a venderte una sauna y punto, sino que hacen un estudio personalizado para que sea más eficiente y, en consecuencia, menos dañina.
El futuro de las saunas sostenibles
Lo más interesante de todo esto es que el mundo de las saunas no se ha quedado anclado en lo antiguo. Están apareciendo nuevas formas de aprovechar mejor la energía, de integrar paneles solares, de usar aislamiento más moderno… en fin, un montón de mejoras que hacen que la idea de sauna del futuro sea más eco que nunca.
Creo que lo que nos pasa es que tenemos esa imagen fija en la cabeza de “cabaña de humo en medio del bosque” y no vemos que la cosa ha cambiado. Pero igual que ya no usamos los mismos móviles que hace 20 años, tampoco las saunas son exactamente lo que eran.
Una sauna más verde de lo que pensaba
Así que, después de todo este viaje de información, me quedo con una idea bastante clara: una sauna no es enemiga del medio ambiente si se hace y se usa con cabeza. Y eso me parece genial porque cambia la forma en la que miramos a estos espacios de relax.
Lo que empezó como una pregunta absurda terminó siendo una especie de lección sobre cómo cualquier cosa, incluso lo que parece menos ecológico, puede transformarse con un poco de innovación y sentido común.
Pensar distinto también ayuda al planeta
Creo que lo más chulo de todo esto no es solo hablar de saunas, sino de cómo nos hace falta cambiar el chip en general. No todo lo que parece malo lo es, y no todo lo que parece bueno lo es tampoco. Depende de cómo lo adaptemos.
Al final, lo que importa es pensar: ¿cómo puedo hacer que esto que me gusta o que necesito sea un poco menos dañino para el entorno? Si esa pregunta se la hiciéramos a más cosas de nuestra vida, estoy segura de que tendríamos menos drama climático y más soluciones reales.
Y oye, si encima podemos relajarnos en una sauna calentita mientras ayudamos un poco al planeta, pues yo digo que sí, que se puede.

