Iniciar una rutina deportiva no es nada sencillo, de hecho en mi caso fue una de las cosas más duras que he hecho en la vida. Hay quien se esfuerza, está predispuesta a seguir esa rutina, y quien, como yo, tiene una especie de microchip en la cabeza que siempre encuentra una excusa para dejar de hacer deporte o para posponerlo continuamente. Al final, todo es cuestión de fuerza de voluntad y, con suerte, un poco de apoyo.
Nací delgada, crecí delgada y mi juventud la pasé siendo una chica delgada, debido a ello jamás me interesé por hacer deporte de forma rutinaria ya que no lo veía como algo necesario para la salud, sino como un hobby para quien le gustase y como algo necesario para aquellas personas que necesitaban adelgazar. No sé por qué pensaba así, pero he de decir que no era la única que tenía ese tipo de pensamiento.
Sin embargo, hubo un momento en mi vida en el que empecé a engordar, poco a poco y sin apenas darme cuenta hasta que un día me di cuenta de que esos comentarios que me hacían del tipo “uy estás más gordita” y yo contestaba lo de “sí, he cogido algo de peso”, estaba empezando a ser preocupante. Entonces empecé con las dietas, e intenté hacer ejercicio, pero me di cuenta de que no tenía ningún tipo de costumbre y de que moverme se me hacía cuesta arriba, así que siempre lo atrasaba porque no tenía tiempo, porque no encontraba el horario, porque yo sola me daba pereza, porque el gimnasio al que me había apuntado no me gustaba o porque, simplemente estaba cansada.
Así es, lo reconozco, es complicado, pero si quieres puedes.
Todo cambió el día en el que me miré al espejo y en lugar de verme a mí encontré a una persona que no conocía. Ese día me di cuenta de que o ponía remedio de inmediato o me iba a convertir en una persona con problemas de obesidad y otras enfermedades derivadas de esa, y me negué en rotundo a tener que ver a mi hija jugar con su madre mientras yo permanecía en el banco sentada porque no era capaz de seguirle el ritmo. Me negué a pensar que podía llegar a perderme cosas con ellas solo por el peso que tenía y me puse manos a la obra.
Empecé poco a poco, saliendo a caminar de forma constante, luego haciendo algo de ejercicio en casa como sentadillas o abdominales, y cuando me vi con suficiente fuerza decidí probar el CressFit.
Tenía a mi alrededor a muchísima gente que me decía que eso no era para mí, que ese deporte era para personas que ya tenían un muy buen fondo físico y que estaban fibradas, pero yo me empeñé en hablar con los profesionales quienes me dijeron todo lo contrario, que era un deporte para todo el mundo y que la dificultad o el nivel se adaptaba a las posibilidades físicas de cada persona. CrossFit Lucentum fue mi box elegido (que así es como se llama a un gimnasio de CrossFit) y allí fue donde tanto mi mente como mi cuerpo empezaron a cambiar verdaderamente.
Aprendí que se puede comer y quedar satisfecho con recetas saludables, aprendí que el deporte no es sufrimiento sino diversión. ¿Qué se acaba cansada y mucho? Sí, por supuesto, peor también muy satisfecha y lo más importante, me lo pasaba bomba en las clases grupales, y también en las individuales. Aprendí que los límites te los pones tú misma escuchando a tu cuerpo y sabiendo hasta dónde puedes llegar y aprendí que todos, sin excepción, pueden cambiar sus hábitos de vida.
Llegué a sentirme tan bien que probé mi capacidad de resistencia en varias maratones organizadas por Sport & Balance y conseguí acabarlas, unas mejor que otras, pero siempre sin rendirme.
Una nueva persona
Hace dos años llegué a pesar 91 kilos, el año pasado conseguí los 70 kilos de media y hoy por hoy, incluso después de pasar por un confinamiento y habiendo retomado el CrossFit hace poco más de un mes, estoy en 62 kilos. Pero no se trata del peso en sí, eso solo nos muestra una evolución reflejada en números. Lo verdaderamente importante es que no me agoto corriendo detrás de mi hija, juego con ella en casa rato que tengo libre y no acabo con dolores en todo el cuerpo por la falta de costumbre, puedo participar en cualquier evento que se programe no como antes, que en algunas rutas de senderismo que organizábamos con los amigos yo acababa detrás, respirando con dificultad y caminando a paso lento. Hoy por hoy soy una nueva persona.
Sin embargo, miro a mi alrededor y me doy cuenta de que hay muchísimas personas en la situación en la que estaba yo, y no hablo solo del peso. Una muy buena amiga mía, que es bastante delgada por genética aunque se coma tres platos de puchero diarios, tiene problemas de rodillas y a veces le duele la espalda, y mucho. El médico le ha dicho que necesita hacer deporte, conseguir muscular ciertas zonas de su cuerpo para que tengan más base a la que agarrarse, porque ahora mismo sus articulaciones están haciendo todo el trabajo y algunas de ellas le fallan. Necesita musculatura en la espalda, en las piernas y en los brazos, pero ella asegura que no tiene tiempo de hacer deporte.
Y como ella, muchos conocidos más, y no tan conocidos, que bien por pero o por entumecimiento, están notando los estragos de la edad, del sedentarismo y de llevar una mala alimentación.
No es que yo ahora sea una sabia del deporte, ni pretendo que todos sigan mi ejemplo como si yo fuera alguien especial que ha hecho algo maravilloso, lo que pasa es que sé lo que es estar mirando desde la barrera, sin poder hacer ciertas cosas por culpa de dolores inesperados, por culpa del peso, por culpa incluso de la vergüenza de que me vean agotarme en 10minutos cuando los demás aguantan más de una hora de caminata. Sé lo que es mirar a tu hija de dos años deseando jugar con ella al pilla-pilla y teniendo que decirle que jugara a otra cosa o que su mamá jugará con ella porque yo estaba muy cansada. Sé lo que es sentirse mal con uno mismo y no reconocerlo, y por eso intento promover una vida más saludable para todos.
No es necesario ponerse a hacer ejercicio a lo loco pasando de 0 a 100 en media hora y tampoco es necesario pasar hambre, solo debemos aprender a comer de forma equilibrada y saludable al tiempo que movemos un poco el culete.
Yo encontré mi pasión en el CrossFit, tal vez porque me dejé guiar por la masa y por las modas, ya que es un deporte que ahora mismo es tendencia en toda Europa, pero no importa, lo que verdaderamente importa es que encuentres algo que te anime a seguir adelante y a superarte a ti mismo.
Mi madre, por ejemplo, que nunca ha sido de hacer deporte, ha visto todo lo que yo he conseguido y con el mismo pretexto de poder jugar con su nieta en el parque mientras crece y no perderse nada ha empezado a comer de forma sana y a mover un poco el esqueleto, como ella dice. ¿Sabéis a qué se ha apuntado? A clases de zumba. Obviamente no pretende fibrarse ni parecer una jovencita de 25 años, solo quiere mantenerse ágil y no perder la fuerza de sus músculos y para eso, el zumba, es más que suficiente.
No se trata de encontrar un deporte de alta intensidad y ponernos a hacer ejercicio como si no hubiera un mañana, se trata de mantenernos activos y flexibles para no perder movimiento conforme nos hacemos mayores, porque los años no pasan en balde y lo que hoy puedes hacer sin problema tal vez mañana no puedas.
Un ejercicio de mantenimiento, que nos ayude a activarnos un poco y olvidar el sedentarismo al que tanta población está acostumbrada es suficiente. A partir de ahí, quien quiera esforzarse más o ponerse más en forma, o perder más peso que otro, adelante, pues todo lo que sea sumar para sentirnos mejor con nosotros mismos es positivo, pero la realidad es que sería suficiente con llevar unos hábitos de vida saludables que incluyeran algo de actividad y una buena dieta mediterránea, pero de la sana.
Tened en cuenta que no hay por qué renunciar a nada. En una dieta equilibrada podemos comer carnes, pescados, verduras, tubérculos, pasta, pan, fruta… podemos comer de todo. Lo único que tenemos que hacer es desterrar los ultraprocesados y empezar a comer lo que verdaderamente nos da la tierra de forma natural y, por supuesto, comer una mayor o menor cantidad de nutrientes dependiendo de nuestro peso, sexo, altura y estado de salud. No es tan complicado como parece, os lo prometo, y los beneficios son innumerables.