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Un vegano (o vegana) en la farmacia

Controvertida y a veces incomprendida es esta filosofía conocida como veganismo. Esta forma de entender la vida lejos de la explotación animal, va más allá del vegetarianismo que, a priori, parece contar con un poco más de comprensión. Sin embargo, los veganos, tal vez sea por pretender llevar ese entender propio hasta el extremo o, tal vez, por que nos cuesta cambiar el pensamiento, suelen generar una cierta ambivalencia entre la gente “normal”. Por un lado, despiertan la admiración por su lucha en favor del mundo animal y so alto grado de compromiso y voluntad; por otro, el rechazo que rebota desde su propio rechazo hacia las personas que no cumplen con sus criterios. En cualquiera de los casos, es algo generalizado vagamente. Ni los veganos son tan extremistas ni los no veganos, son tan rechazados. Incomprendidos en gran medida puede, rechazados, no tanto.

Esta filosofía, tan elemental y básica, en realidad, conlleva muchos compromisos con la propia vida que pueden ser, como decíamos controvertidos. A los no veganos, nos surgen muchas dudas al respecto de como lidiar ciertos aspectos de la vida cotidiana con esta particular y noble, forma de entender la vida. Sin ir más lejos, nos hemos acercado a la industria farmacéutica para acercarnos al veganismo y su relación con los medicamentos. Farmacia el Ancha de Huelva comparte plenamente ese sentir vegano, aunque sus profesionales, como conocedores del mundo de las farmacéuticas, saben que muchos de los medicamentos con los que trabajan, no son aptos para este sector de la población,

No es de extrañar, en un mundo en el que, prácticamente todo, parte del mundo animal, saber que productos carecen de ingredientes de origen animal, es complicado. Huelga decir que la legislación cada vez presta más atención y obliga a marcar todos los productos que cuentan con la distinción de vegano. En el sector farmacéutico, el asunto se complica.

Entendiendo el veganismo, entendemos a los veganos

El veganismo es fácil de entender y difícil de aplicar. Como bien sabemos, esta filosofía se centra principalmente en los animales no humanos, pero los humanos, como animales que somos considerados (más salvajes que los de cuatro patas todo sea dicho ya de paso), pueden preocuparse por su salud, sin reñir con su filosofía. Me explico, el concepto filosófico básico del veganismo se basa en el término ahimsa, en sanscrito que viene a significar no hacer daño. Esto se aplica a todos los seres que sienten, entre los que cabe aplicarse a uno mismo. Por lo que se confiere un derecho a decidir sobre que hacer con nuestro propio cuerpo, cuidado  de nuestro bienestar, siendo algo moralmente justificable dentro del veganismo.

Lo que pretendo decir es que, aunque la mayoría de los medicamentos que proporciona la industria farmacéutica, cuentan en su composición con ingredientes de origen animal, en el caso de que un vegano necesite de ellos, su filosofía permite que los utilice.

El veganismo, ciertamente es fácil de entender. Se basa en la premisa de no hacer daño a los animales, procurar su bienestar y por supuesto, no utilizarlos con fines de provecho propio. Todo aquello que proceda o cuente con un origen animal en su composición, va en contra de su filosofía. Esto es fácil de entender, a todos los que amamos a los animales, nos resulta fácil compartir esa idea. Lo complicado, es aplicarla en un mundo en el que prácticamente todo lo que se consume, tiene esta procedencia.

Cada vez son más los productos que cuentan con el sello “apto para veganos”, pero indudablemente, no se puede cambiar todo y menos en un período de tiempo concreto.

De este modo, los veganos no consumen ningún producto, o subproducto de origen animal, no son nada flexibles al respecto (sino, no serían veganos). Esto engloba productos alimenticios, cosmética, tejidos, etc. Nada que proceda de seres vivos capaces de sentir entra en sus planes de consumo.

Desde esta perspectiva puede parecer fácil hacer la distinción: no se come carne, no se compran pieles y no utilizamos algunos productos cosméticos. Sin embargo, no solo se trata de carne, se incluyen todos los alimentos que cuente en su composición con algún ingrediente de origen animal. Un claro ejemplo del alcance de esta restricción, es la cerveza e incluso el vino. En sus procesos de elaboración suelen utilizarse gelatinas para su filtrado. La gelatina, es de procedencia animal. En cosmética, es rato el producto que no ha sido testado en animales (en muchos casos, la ley obliga a ello) y así, con prácticamente todo lo que nos rodea.

Sabiendo un poco más sobre esta filosofía, puede resultar más fácil comprender a quienes la practican o, cuanto menos, respetarles. Ser vegano no es un mero capricho. Es llevar un estilo de vida diferente, según los criterios actuales de la sociedad. En muchos sentidos, el veganismo es bueno para la salud, bueno para la economía y bueno para el medio ambiente. Quizá el mayor problema esta en los extremos, como siempre, como en todo.

En caso de enfermedad…

Este es un aspecto interesante en el mundo vegano. La salud, la enfermedad, la medicina… ¿cómo se lidia con esto, cuando tu ética moral no te permite acercarte a nada que provenga, ni que sea en la más mínima medida, del mundo animal?

El rechazo voluntario hacia el uso y consumo de los productos de origen animal es la postura que defienden los veganos. En realidad, muchos no veganos, rechazamos de pleno el consumo de algunos productos por cualquier otra razón y, somos fieles a nuestra ética sin ser cuestionados.

Sin embargo, hablamos de salud. De curar una enfermedad con medicamentos  que, en su mayoría están compuestos por uno o varios principios activos (los que ejercen el efecto) y una serie de excipientes. Mientras que el principio activo, activa la curación, los excipientes, decoran o adornan el mismo. Gracias a estos, se mejoran o enmascaran las características organolépticas del principio activo y se asegura que el medicamento, cumpla su función donde corresponda.

Hay que señalar en este punto que, la mayoría de los excipientes, proceden de los animales. Los más frecuentes en la composición de los medicamentos son los siguientes:

  • Procedente del tejido de algunos animales, generalmente del cerdo. Utilizado para recubrir cápsulas, por ejemplo.
  • El azúcar derivado de la leche, se utiliza como agente aglutinante y diluyente en comprimidos y cápsulas, así como de soporte en los polvos de inhalación.
  • Goma laca. Esta resina granulada de color pardo, es excretada por la cochinilla y se utiliza como recubrimiento en comprimidos y grageas. Protege el medicamento y permite una liberación controlada del principio activo.
  • Carmín. El colorante rojo o violeta que se obtiene triturando escarabajos de la cochinilla, mejora la identificación de los medicamentos.
  • Cera natural procedente de las glándulas sebáceas de los mamíferos que producen lana.

En cuanto a los principios activos, existen algunos que cuentan en su composición con procedencia animal, por ejemplo, vacunas como la triple vírica o antigripales. Estas se cultivan en fibroblastos de embriones de pollo, algo que al común mortal tampoco le resulta especialmente grato, a decir verdad.

Para los veganos es primordial conocer los medicamentos que pueden o no ingerir sin ir en contra de su filosofía. Para poder identificarlos, hay que leer a pies juntillas la ficha técnica donde vienen detallados todos los ingredientes de su composición. Cabe destacar que, dado que la gelatina es uno de los excipientes fundamentales en la gran mayoría de medicamentos, los laboratorios farmacéuticos, cada vez más concienciados, están utilizando como alternativa, hidroxipropilmeticelulosa, compuesto considerado como gelatina vegana. Lo que quiere decir que los medicamentos que incluyan este componente, se consideran veganos.

En resumidas cuentas, la selección de los medicamentos que un vegano puede consumir, tienen que carecer de los principios activos, habituales y contener otros que ejerzan las mismas funciones, sin pertenecer al mundo animal.

Independientemente de este hecho, cada vez es mayor la concienciación al respecto. Si bien es cierto que, los medicamentos que ellos aprueban para su propio consumo, son mínimos, el personal farmacéutico, cuenta cada vez con una mayor preparación y conocimiento. Razón por la que pueden asesorar mejor a los veganos que entran en la farmacia en busca de algún paliativo compatible con su filosofía.

Todo esto suscita interés, genera dudas y crea a la vez, confusión. El veganismo cada vez esta más en boca de todos. Parece que, por fin, su forma de entender la vida, esta siendo entendida y compartida a muchos niveles. Desde hace unos años, han ido surgiendo tiendas especializadas en productos veganos, cuyo auge sigue vigente. Los productos cada vez son más aceptados por la sociedad, ocupando lineales de los supermercados, contando con su sello distintivo y llegando a mayor número de personas.

Dentro de la industria farmacéutica, también escuchan sus voces y trabajan continuamente en una mejora de sus fármacos para eliminar los productos de origen animal que utilizan con mayor frecuencia. En este terreno, la asignatura pendiente va a ser el testeo con animales y las innumerables pruebas que se hacen con ellos para crear esos medicamentos… Y en este sentido, no hablamos ya de veganismo, hablamos de humanidad.

 

 

 

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