Y el verano ya está aquí. Ha abierto sus puertas y poco a poco todas las provincias españolas vamos a ir adentrándonos hasta que empecemos a notar como suben los termómetros y algunas ciudades acabemos rozando los 40 º en pleno agosto ¿Y qué es lo que más apetece con esas temperaturas? Helado.
Rico, fresco y delicioso helado. De esos cremosos que chorrean si no te los tomas rápido o de hielo, bien fríos, para refrescarse uno cuando el calor aprieta, ¿Verdad? Pero todo tiene algo malo y la parte negativa de los helados son su alto contenido en grasas y azúcares. Cada año intento llevar un control de los helados que tomo y normalmente empiezo bien, cumpliendo mis objetivos, pero luego empiezo a tomar helados cuando no toca, que si uno por aquí, que si otro por allá, y al final estoy inflándome a helado como todos los años.
Por este motivo me he propuesto vigilar muy bien qué helados tomo, y no lo voy a hacer sólo por la báscula sino también porque la mayoría de los helados actuales han dejado de lado la artesanía para rellenar sus cremas con colorantes y conservantes que lo único que hacen es ensuciar el estómago así que para empezar os diré que, tras una ardua investigación, soy una nueva miembro del movimiento del yogurt helado, concretamente de la marca Smooy porque hablamos de un helado bajo en grasa, rico en fibra y sin gluten. Más sano no puede ser. Y si quieres mantener la línea sólo tienes que ponerle de topping alguna fruta en lugar de golosinas o chocolates. Para mí ha sido todo un descubrimiento porque, además, está delicioso.
Pero entiendo, sobradamente, que no a todo el mundo le gusta el sabor del yogurt helado. Es lógico porque mezcla un poco el sabor amargo con el dulce y puede resultar extraño al principio, aunque todo es cuestión de acostumbrarse.
Seis litros y medio de helado
Según un test que consulté ayer, en España consumimos una media de 6,5 litros de helado por persona en verano. Una pasada… aunque yo creo que consumo más, la verdad. Pues bien, el artículo donde leí el test del que os hablo, asegura que los helados más sanos y aptos para todos son los llamados “helados de nueva generación”, los elaborados con fruta, sin azúcares y que han sustituido las grasas saturadas por el aceite de oliva. También hay una línea de helados muy saludables que se formulan a base de proteína de soja. Estos helados son perfectos para los alérgicos e intolerantes al gluten porque no llevan ni pizca, lo malo es que el sabor es extraño, como pasa con el yogurt helado, y hay que acostumbrarse un poquito al principio.
Las principales ventajas de comer helado son que nos refrescan e hidratan durante los meses de sofocante calor. Están enriquecidos con frutas, al menos los buenos, y eso les hace aumentar sus propiedades nutricionales. Llevan calcio y reducen nuestro nivel de estrés. Genial ¿verdad? Así que, si queremos disfrutar de todo esto con salud, sólo hay que evitar los excesos, leer las etiquetas de los productos antes de consumirlos y, por supuesto, intentar seleccionar los helados más artesanos y sanos que podamos encontrar en el mercado.